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ESTE MODESTO HOMENAJE a las Señoritas Ulloa, consistente en una placa metálica, que recuerda su casa original, fue retirado del hall del nuevo edificio situado en ese lugar. |
POR ABEL SOTO MEDINA
Escribo una nota sobre las señoritas Ulloa, sí, las mismas de la Galería de las Ulloa, porque su negocio estaba ubicado en la intersección de las calles Maipú y Freire. Las hermanas Ulloa fueron hijas de Penco, que brindaron todo de sí, para hacer más próspera la sociedad de la comuna, y ellas sabían muy bien, que una de las formas más fecundas de prosperidad era la EDUCACIÓN. En su propiedad de esa esquina tuvieron y administraron una escuelita para niños pequeños, un kinder. Por ello su legado y herencia se matriculó ahí, en los primeros pasos, las primeras letras, los primeros números. Su papel de Tías lo desarrollaron a la perfección, nadie supo, tampoco nadie les preguntó, si tenían formación universitaria o normalista. En cualquier caso, los párvulos de esa época aprendían con claridad y rapidez, todavía hay testigos de sus enseñanzas y sus «enojos». Se las reconocía como las primeras Parvularias de la comuna.
Las señoritas Ulloa eran Juanita, Julia y Victoria, tres hermanas de historietas, las que no solo fueron parvularias, sino que además ejercieron otro oficio: comerciantes. Atendiendo su paquetería, ubicada estratégicamente en esa esquina, actuaban con amabilidad con los clientes del negocio. Allí siempre encontrábamos lo que nuestras mamás nos mandaban a comprar ya fuera botones, hilos, agujas, dedales, hilo de bordar, casinetas, crochés, palillos, lanas, elásticos y un cuanto hay, como se decía entonces.
Cariño, admiración y respeto, fueron las consideraciones que los vecinos les brindaron, indudablemente ganados con creces por ellas, por lo menos por Juanita y Julia. Porque Victoria se mantuvo alejada del quehacer de la Paquetería aunque permaneció siempre bajo el mismo techo. Sobre ella se tendió una serie de especulaciones, incluso con sabor a fábula, sobre su vida recatada puertas adentro, que la condujo a un encierro penitencial hasta su muerte. Pero, muy distante de eso, sólo quiero dejar constancia de los rumores… y si validáramos la farándula de entonces, sobre Victoria habría que escribir una novela de amor trágico.
La presente nota, sólo pretende reactualizar el nombre de las Señoritas Ulloa, quienes al no tener descendencia, alguien haciendo uso de la Ley, inscribió a nombre del Fisco la Propiedad donde ellas vivieron, al igual que sus padres. No viene al caso, cuantos años pasaron para tener lo que hoy es el edificio Municipal, lo que sí sabemos –y eso es lo que no queremos olvidar–, es que el solar donde se levanta el inmueble pertenecía a las señoritas Ulloa. Ellas orgullosamente hacían gala de su apellido, pues sabían que otros nobles también fueron Ulloa, como el Capitán General y Gobernador de Chile Don Lope de Ulloa y Lemus y Don Pedro Osores de Ulloa…
Ninguno de todos los argumentos y otros no comentados, sirvieron para que la autoridad edilicia circunstancial, le pusiera el nombre Señoritas Ulloa al nuevo edificio. No fueron pocos los que consideraron que ese pequeño y gran gesto, habría hecho justicia a aquellas apreciadas vecinas. Pero, no fue así.
A propósito de Justicia, en el Cementerio Parroquial de Penco, descansan los restos de las 3 hermanas, y su tumba hace muchos años que está en el abandono. Ya que el terreno de calle Maipú con Freire, a la Municipalidad no le costó ni un solo peso, fue gratuidad total, bien podría el municipio preocuparse por hermosear esa tumba. Bueno, pero siempre hemos escuchado la frase «El pago de Chile», que en este caso calza perfecto.
Pues bien, como la autoridad del momento eligió otro nombre para el edificio municipal, quizás trató de mitigar en parte las susceptabilidades de la gente con una idea suplementaria. Fue así como preparó una placa tipo pergamino con una fotografía de la casa Ulloa, en sus últimos momentos, quizás instantes antes de su demolición. En dicho documento ornamental se añadió una breve historia de Julia, Juanita y Victoria Ulloa que además hacía mención al lugar donde estaba el nuevo edificio.
La mencionada placa quedó instalada en el hall como «detrás de bambalinas», aunque igual, perfectamente a la vista. Desde el momento de su instalación ese ornamento pasó a ser parte de un Bien Nacional de Uso Público según la ley vigente. Lo anterior, porque se hizo con dineros municipales, y el tiempo que invirtió el Alcalde de ese entonces fue pagado con fondos públicos. El contenido del pergamino lo dejaremos como lo que es: Cultura.
Sin embargo, hoy los vecinos vemos con sorpresa que el mencionado reconocimiento a la memoria de las señoritas Ulloa, fue retirado del hall del edificio. El motivo, causa u origen de la decisión de sacarlo resulta del todo ilógico, tal vez responda a un capricho autoritario.
En resumen, el nombre de las Señoritas Ulloa debió ser la denominación de ese importante edificio municipal justamente por su dedicación a la cultura. Pero, otro nombre, ciertamente meritorio aunque sin relación directa al respecto, luce en el frontis del inmueble situado en la «Time Square» de Penco, la esquina pencona más concurrida. Más aún el sencillo homenaje a las educadoras, digamos, «el premio de consuelo» ya no está en su lugar. Y qué decir de su tumba, abandonada. Éste fue el destino final de Las Señoritas Ulloa, las abnegadas profesoras de generaciones de pencones del siglo XX.