domingo, abril 14, 2024

NICOLÁS CONSTANZO HA PARTIDO, PERO LE GANÓ AL DESTINO

NICOLÁS CONSTANZO
recibe su galardón por el 
primer lugar en concurso
de canto, en los setenta.

            Ha fallecido hace unos días lejos de su tierra natal el ex vecino pencón Nicolás Constanzo Jara, a quien en el círculo cercano de amigos de entonces le decíamos cariñosamente Kiko.(Usaré Kiko y Nicolás para la misma persona). Tenía 85 años y residía en la localidad de Curaco de Vélez, en la isla de Achao, Chiloé. En la década del 70 llegó allí por razones de su emprendimiento comercial y ahí permaneció hasta la hora de su partida. Casi 50 años antes en Penco había iniciado una carrera ascendente como supervisor en Fanaloza, pero fue exhonerado junto a muchos otros trabajadores después de septiembre de 1973. En su puesto los nuevos ejecutivos ubicaron a alguien afín al nuevo orden pero sin la experiencia ni el talento de Kiko. La marginación fue para él –y para cualquiera– una situación muy incomfortable por dos razones: no hubo una causal convincente para el despido y, al mismo tiempo, por tener que sostener a su familia sin recibir ingresos. Pero, Nicolás no era un hombre común y corriente que se rindiera ante el destino sin dar batalla. Se sentía muy capaz y gozaba de una extraordinaria auto confianza. En ese sentido la situación de cesantía la comprendió como una oportunidad que había que aprovechar. Así fue que concibió la idea de trabajar en forma independiente y la solución se la brindó generosamente el mar de aguas frías del sur proveedor de algas únicas, materia prima para la industria farmacéutica de atractivo mercado internacional. Rápidamente aprendió a comercializar ese producto y para ello se instaló primero en Maullín.
KIKO CONSTANZO, a la derecha con una pelota y su típico mechón rubio, junto a Héctor Gajardo, al centro y Milton Nourdin, a la izquierda, entonces vecinos de los pabellones de emergencia. La foto la tomó don José Riquelme sobre el antiguo y desaparecido muelle de la Refinería en 1951. (Imagen cedida por Andy Urrutia).

                El comercio de las algas –en su mejor momento– fue algo como haber encontrado el vellocino de oro. Esa opción impensada le permitió crecer económicamente gracias a su disciplina y empeño. «Al final de cuentas me hicieron un favor echándome de Fanaloza», me comentó Kiko en una oportunidad insinuando la idea de una dulce venganza en la expresión. Después de Maullín el pueblo que lo acogió fue Curaco de Vélez.

                    Un día me contó otros aspectos de su vida esforzada, que trataré de reproducir. Nació en Penco 1938, hijo de Nicolás Constanzo Rodríguez y de María Ester Jara. La madre murió poco tiempo después de su nacimiento a causa de una silicosis, que había contraído en Fanaloza, porque era obrera de la fábrica. Por ese mismo tiempo Nicolás padre se fue sin dejar pistas nadie supo adónde. Por esas causas para el niño Kiko se avecinaban tiempos muy difíciles. Quedó al cuidado de unos tíos lejanos en Lirquén, quienes cuando estuvo algo crecido lo mandaban a vender pan amasado en canasto con la exigencia bajo amenaza de no regresar con parte del producto. Una obligación inimaginable de cumplir para un niño. En esa circunstancia bastante injusta para Nicolás intervino don Román Ortiz, su padrastro y padre Miguel, su medio hermano. Miguel y Nicolás eran hijos de la misma madre, María Ester. Conmovido por el mal trato que recibía el niño Nicolás en Lirquén, don Román lo trajo a vivir con su numerosa familia en Penco en su casa de entonces de la población de Freire y Alcázar, llamada pabellones de emergencia. En el hogar de los Ortiz Montoya, la señora María Ortiz, una mujer encomiable, se convirtió en la segunda madre de Nicolás. Kiko iniciaba de ese modo por fin una vida digna, retomaba sus estudios y comenzaba a recuperar el tiempo perdido.

NICOLÁS tuvo siempre gran sentido del humor. Aquí, durante el carnaval veraniego del club Atlético de 1967, desempeñando el papel de rey de la murga.

                    Los años seguían pasando, el joven se distinguía por sus ojos zules, su pelo rubio, tez blanca y figura delgada. Cuando entró en su adolescencia tuvo la necesidad de ganar su propio dinero y para eso se consiguió un puesto en la barraca Fami, ubicada en calle Freire donde ahora existe un templo mormón. Por propia voluntad su sueldo lo entregaba a María Ortiz para que ella lo administrara. Siempre sintió un enorme reconocimiento por esa mujer debido a los cuidados que ella le prodigó en su niñez y por los valores superiores que le inculcó bajo el alero de los Ortiz Montoya.

                  Nicolás me contó que cuando trabajaba en la Fami le sucedió algo curioso. Estaba ordenando madera procesada en castillos cuando su jefe lo llamó para decirle que se presentara en la puerta de calle Freire (la barraca tenía otra puerta en el lado opuesto que daba al ferrocarril) para atender a una persona que decía ser pariente suyo y que necesitaba hablar con él. Fue a la calle y se encontró con un hombre delgado, de unos 35 años, vestido de una manera algo estrambótica para el común de Penco: sobrero tipo tejano, chaqueta de gamuza con flecos en las mangas, pantalones de cuero ajustados, botas de montar y un par de gruesos anillos en sus dedos. Kiko me dijo que a él le pareció estar frente a Bufalo Bill, un personaje de revistas de historietas. Lo miró a los ojos sin decir palabra por unos segundos y se presentó: «Yo soy Nicolás Constanzo, dígame quién es usted y qué necesita de mí». Luego de sonreír el desconocido le dijo: «Yo soy hermano de tu padre. Soy tu tío. Estoy en Penco porque soy parte del elenco de artistas del circo Las Aguilas Humanas que se está presentando aquí. Quiero que te vengas a trabajar conmigo, ganarás mucho dinero y viajaremos por todas partes». Kiko le dio la mano para despedirse y sin movérsele un músculo de la cara le respondió que agradecía su invitación, pero que él no tenía pasta de artista de circo. Rechazó el ofrecimiento. Ahí terminó el encuentro, el tío era un contorsionistas conocido en la arena circense como «el hombre de goma».

EN UNA PLAYA DE Chiloé, Nicolás Constanzo aparece con su hija mayor Anita María en fecha reciente.

                    Pero, igualmente a Kiko le picaba el bichito artístico. Le gustaba cantar en público y lo hacía bastante bien, demás calificaba para alguna grabación. Cultivaba el género de los boleros. Su excelente versión de “Quémame los Ojos”, del cubano Celio Morales lo llevó a obtener el primer lugar entre varios cantantes populares, en un concurso organizado por Fanaloza y que se desarrolló en el el Gimnasio a tablero vuelto en los años 70. Gracias a este talento realizó numerosas actuaciones durante su vida en Penco en distintos lugares públicos donde se requería música en vivo. Sin embargo, nunca abrazó el canto como una profesión.

                    Otra curiosidad, la canción que lo catapultó lo persiguió en el tiempo con mal presagio. Cuando se convirtió en adulto mayor lo afectó un problema ocular bastante molesto que quiso enfrentar. Por ese motivo viajó a Concepción para acudir a una cita con un oftalmólogo. El diagnóstico indicó que se requería de una cirugía para resolver. Con ese mismo médico se sometió a la operación, la que no terminó bien. Perdió su ojo. «Lo que es la vida, yo que tanto canté Quémame los Ojos, la canción terminó pasándome la cuenta», me dijo para añadir que nunca intentó presentar una demanda contra el oftalmólogo.

LOS HERMANOS Nicolás y Miguel juntos en Penco.

                    Cuando conversé con Kiko y me contó todas estas cosas, él ya venía de vuelta en la vida que se le presentó oscura al comienzo, pero que al final le regaló un buen pasar. Me subrayó con orgullo que había obtenido finalmente de adulto su licencia de la enseñanza media y que durante sus estudios había desarrollado habilidades fuera de lo común para el álgebra, las matemáticas y la geometría. «Les ayudo a mis nietos a resolver algunos problemas con sus tareas», decía sin dudar. En el momento de la despedida, de él destaco su decisión de salir adelante contra viento y marea, esa certeza de no darse por vencido, de confiar lo que es un auténtico don de Dios. Nicolás Constanzo Jara fue un luchador, sin complejos quien desde el extremo abandono de su primera infancia pero con el posterior apoyo, cariño y acogida de los Ortiz Montoya le torció la mano al destino, Q.E.P.D. Mis condolencias a sus hijas Ana María y Sandra Constanzo Contreras.

sábado, abril 13, 2024

EL FÚTBOL REGIONAL EN EL AULA, HISTORIA Y EMOCIÓN

NOTA: Un interesante simposium sobre el recordado Campeonato Regional de Fútbol tuvo lugar este 10 de abril de 2024 en la Facultad de Comunicación, Historia y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Por primera vez en el aula universitaria se abordó y analizó este importante capítulo deportivo de la Región del Biobío y más allá. Nuestro colaborador Abel Soto Medina estuvo presente y nos cuenta en esta nota los antecedentes y las emociones que salieron a la luz sobre dicho campeonato que perdura en la memoria regional. 
POR ABEL SOTO MEDINA
                    E
n estas fechas (2024), pero en el año 1949 comenzaba el Campeonato Regional de Fútbol, dando inicio al Primer torneo, dónde intervenían equipos, generalmente representativos de las industrias de la zona del actual Biobío, tan propias de esta zona, en su época por cierto, con excepción de algunos equipos que se identificaban con clubes sociales y culturales, pero que sí tenían en sus orígenes cultivar el deporte y la recreación en todos sus ámbitos, reconociendo en el fútbol el principal exponente.

NICOLÁS AGUILERA, publicista
cineasta, investigador del 
fútbol chileno.
              El año pasado, a raíz de una publicación de la Asociación de Investigadores del Fútbol Chile (ASIFUCH), por uno de los fundadores Don Nicolás Aguilera, quien a la vez, es creador de la página web «Los Regionales», en la que expresó lo que fue aquel hermoso campeonato. Justamente el año pasado por estos días escribimos una nota similar, destacando algunos aportes de las representaciones de las empresas a través de los colores de sus equipos de fútbol. Cuando ganaban en la cancha, acarreaban alegrías y traspasaban las energías jubilosas en forma intangible a su personal de obreros y empleados para enfrentar la ardua labor que los esperaba el lunes. Quizás esa atmósfera que se producía después de un triunfo fue el origen de la famosa frase del ex jugador y ex entrenador Luis «Zorro» Álamos, cuando luego de un partido favorable para Colo Colo, dijo: «Mañana la marraqueta estará más crujiente y el café más dulce». La afirmación que se acuñó en el tiempo y que a muchos les puede causar una sonrisa, en realidad tiene un profundo sentido sociológico.
PEDRO FERRADA, ex dirigente deportivo del fútbol amateur regional.
                    El 03 de abril recién pasado se cumplieron 75 años desde aquel lejano domingo de 1949 cuando se inició el recordado Campeonato Regional. Por tanto, rememorarlo no fue producto del azar sino de la pasión y la admiración de una persona, que durante toda su vida deportiva en el ámbito dirigencial, ha promovido desde diferentes tribunas, plataformas, radios, convivencias y participación en torno al fútbol regional, me refiero a Don Pedro Ferrada Gavilán, gestor de reconocimientos a los protagonistas de este Campeonato, logrando juntar a unos 40 ex jugadores. Los convocados eran representantes prácticamente de todos los clubes que compitieron en el Torneo que inició en 1949 y cerró en 1970. Así como también esta memoria viva del Campeonato Regional se debe a un entusiasta penquista, pero hoy radicado en Santiago, Don Nicolás Aguilera Uribe, quién es autor de la página www.los regionales.cl, y que hoy ha abierto también la información en redes sociales como Facebook, instagram, etc. Estos canales le ha dado una nueva vida a los recuerdos. Así han vuelto a revivir los equipos tomecinos de Marcos Serrano, FIAP, Carlos Werner, Vicente Palacios; los lirqueninos de Minerales y Vipla; los pencones Fanaloza y Coquimbo (CRAV); los porteños Naval, Gente de Mar, Gold Cross, San Vicente, Huachipato; los mineros de Lota, y Schwager; Temuco, Los Angeles, Los linarense de Lister Rossell, los chillanejos de Ñublense, y los penquistas, Industrial, Caupolicán (Chiguayante), Pampa, Victoria de Chile, Lord Cochrane, Universitario y Fernández Vial, además de otros equipos que no tuvieron la ocasión en jugar en la división de honor, como Facela de Laja, Ferroviarios de San Rosendo, Pilpilco de Arauco, y mis disculpas por si alguno no ha sido nombrado, sólo es producto de mi mente y no de la discriminación.

Basado en las virtudes de las dos personas ya nombradas, y en los ecos producidos sobre el tema del Campeonato Regional de Fútbol, la Universidad Católica de la Santísima Concepción, a instancias de Magister en Historia UCSC, con presencia de Mauricio Rubilar Jefe de Programa de Magister, Manuel Gutiérrez Jefe de Carrera en Historia, y el Doctor en Historia de la Universidad de Salamanca, España Andrés Medina; y el Estudiante de Magister, Don Gustavo Zuchel, se crearon las instancias para una primera exposición sobre el Campeonato Regional de Fútbol de Concepción, dictada por Don Pedro Ferrada Gavilán. El día 10 del presente (abril) por gestión nuevamente del estudiante Gustavo Zuchel, la Universidad volvió hacerse eco del mismo tema, considerando para ello seguramente, que ya se cumplieron en este mes de abril 75 años del inicio del primer Campeonato Regional, realizando un exitoso Simposium, con la participación del Profesor Andrés Medina, y los máximos exponentes de lo que fue el campeonato en cuestión, don Nicolás Aguilera Uribe representando a su página web «Los Regionales» y don Pedro Ferrada Gavilán, único representante del conocimiento respecto a la trayectoria de dicho campeonato, por lo que aprendió, vio y vivió en el desarrollo de los 22 años en que se jugó.
ANDRÉS MEDINA, Doctor en Historia Universidad de Salamanca, España.
                    El título del simposio decía: «A 75 años del Campeonato Regional de Fútbol de Concepción. Una Mirada desde la Historia». Las intervenciones fueron extraordinarias, llenas y cargadas de conocimientos sobre el tema, con análisis de anécdotas folclóricas, propias de los jugadores que participaron en él. Y lo más importante, brindó a la memoria de estas nuevas generaciones lo grande que fue la realización del campeonato ya tantas veces nombrado y motivo de estas simples líneas. En la esperanza de trasmitir lo captado en dicho evento, para no repetir lo mismo, aglutinaré en dos personajes ya, participantes y gestores del evento de fútbol: don Arturo Nourdín, ex Jugador de Vipla y Naval, que también vistió la casaquilla Nacional en las Olimpiadas de Helsinki 1952, integrando el cuadro de Naval, que reforzado fue representante de Chile en esa justa deportiva mundial, y que hoy vive en el sector Las Canchas de Talcahuano, con una edad superior a los 90 años. En él y para esta nota, representará a todos quienes la vida les acompaña y pueden hacer recuerdos de sus tiempos de gloria, en los dirigentes que se aglutinen todas las memorias en don Ramón Guerrero Jara, persona especial que dedicó mucho al éxito del campeonato. Por otra parte, una de las personas importantes y en representación de toda la prensa, ya escrita o radial, los recuerdos para don Luis Osses Guiñez, único periodista que graficó el Campeonato Regional, pero que lo hizo con una mirada desde Naval de Talcahuano, son los únicos dos libros que versan sobre el fútbol regional, «Naval un nombre que fue Chile», y «Memorias de un Navalino», amén que también escribió «100 años del fútbol chorero», dónde también aborda el fútbol de la región.
Para terminar la presente nota, quiero resaltar a la Universidad Católica de la Santísima Concepción y sus profesores, quienes con su intervención y apoyo, hoy podemos celebrar los 75 años y lo que es mejor, mucha juventud sabe del tema y tiene interés en conocer más.
Así cómo también aprovecho de brindar un fuerte aplauso, como si estuviéramos a estadio lleno, a quienes fueron los protagonistas principales y la hicieron de directores, guionistas, y actores de esta grandiosa obra deportiva que se llamó Campeonato Regional de Fútbol de Concepción.

jueves, abril 04, 2024

EL FIERO ASPECTO DE LOS GUERREROS ARAUCANOS

ESTA POSTPRODUCCIÓN se basa en los elementos con que se cubrían la cabeza tantos los españoles como los mapuches en los combates por el territorio según el estudio realizado por el Museo de Penco.

                    Cuesta enderezarle la nariz a una idea que ha permanecido fija en la gente por tanto tiempo, de que los mapuches luchaban contra los españoles prácticamene vestidos con shorts y desnudo el resto del cuerpo. Así nos lo enseñaron y así aparecían en los dibujos, en los bocetos, en las revistas, en los libros de historia y en las estatuas. Pero, el asunto era muy distinto. Los guerreros mapuches, antes de entrar en combate, se rapaban para evitar que el enemigo los agarrara por el pelo y los arrastrara. También usaban un yelmo de cuero para proteger sus cabezas de recibir heridas. Y, lo más novedoso, el yelmo les cubría la cara con el mismo fin, sólo dejaba un agujero para un ojo y poder reservar el otro. Así se vestían realmente para la guerra.

                    Como hemos informado en otro post en este blog, esta desmistificación de los usos mapuches, la realizó el Museo de la Historia de Penco a través de un estudio de las fuentes tempranas disponibles en la historiografía. Por ejemplo los documentos de Góngora Marmolejo, Gerónimo de Bibar, Ercilla, Valdivia y otros describen estos detalles. Ahí estaba toda la información que un equipo del museo investigó y posteriormente visibilizó. Los créditos son para los expertos Gonzalo Bustos y Nelson Lobos.

                    Este trabajo, de algún modo, dejó en evidencia la poca prolijidad de los historiadores del siglo XX en lo relacionado con la indumentaria mapuche. Esta carencia de rigor provocó el error en la creencia popular de que los guerreros originarios se presentaban sin tomar resguardos al campo de batalla. Por eso, merece destacarse este esfuerzo por hacer las correcciones. Claro que mientras estos logros del conocimiento histórico no se difundan por los grandes medios nacionales no alcanzará al grueso público. Eso significa que permanecerá entre las cuatro paredes del museo, sólo al alcance de quienes lo visiten y se informen.

                    Tengo, sin embargo, una observación a este trabajo investigativo. En las imágenes de los modelos que se nos muestran, los combatientes se ven descalzos. No creo que los mapuches hayan podido caminar sin proteger sus pies de los abrojos, las espinas, los objetos cortantes o punzantes y, en general, las asperezas de los caminos. Tuve la oportunidad de ver en Osorno, allá a fines de los años 50, a personas de la etnia mapuche que usaban mocasines hechos por ellos mismos con cuero de vacuno. Los pies los envolvían literalmente hasta el tobillo y se sujetaban esta protección con largos cordones hechos del mismo material. Esta modalidad, sin duda provenía de los usos de antaño. Porque nadie puede ir descalzo un trecho muy largo, cruzar un bosque, por ejemplo, sin proteger sus pies de alguna manera.

EL JOVEN LAUTARO, fresco de fray Pedro Subercaseaux (1946).
 

sábado, marzo 30, 2024

POROTOS GRANADOS


                    Este lunes almorzaremos porotos granados. O sea, hay que comprar un kilo de porotos, un choclo, una cebolla, un pedazo de zapallo y unas hojitas de albahaca. Hay que ir donde el verdulero y comprar. No hay otro verbo para una vida citadina. Comprar es una palabra con casi nada de encanto, más bien tiene una carga negativa, desprenderse de dinero, asumir una deuda.

                    En aquellos años en Penco teníamos la escapatoria de nuestra propia huerta, al fondo de la casa. Evadíamos el maldito verbo, asumíamos el trabajo de recoger los capis de las matas de porotos, al zapallo arrancado de la planta le metíamos serrucho para usar el trozo preciso y las plantas de maiz nos dejaban elegir los choclos con sus penachos secos. La cebolla la sacábamos de la tierra con mínimo esfuerzo. Con respecto a la albahaca, no era necesario arrancar toda la mata, puesto que sólo necesitábamos una ramita. Nada de esto es posible en la gran ciudad donde la única opción para lograr un pálido resultado como el descrito sería plantar en maceteros.

                    Estas dos actividades comprar versus cosechar afincan una diferencia casi escandalosa entre vivir en un pueblo chico que en una gran capital. Eso de escandaloso se refiere a la aplicación de precios por parte del comercio que no se rige por ninguna lógica de mercado esto es oferta y demanda, sino que por puro fin especulativo. Para una mente sana esto no tiene sentido. El martes, el kilo de porotos vale 2.900 pesos, el jueves baja a 1.900. En este caso el sobre precio no tuvo ninguna justificación porque tanto el tipo de cambio no varió, el valor del litro de combustible subió pero no al extremo, no se puede decir que las carreteras estaban en mal estado. No hubo un paro de productores. Nada de eso ocurrió de un modo tan exhorbitante como para una variación drástica y sin arrugarse.

                    Este es el propósito de esta nota, exponer lo diverso que es cuando uno se siente indefenso en manos de especuladores o tener la oportunidad de arrancar los porotos por las propias manos, como entonces acostumbrábamos en Penco. Por esos años el guiso sabía exquisito además por la frecura de los productos mientras que hoy ese plato aunque parecido tiene la sombra de la compra bajo las condiciones señaladas.

viernes, marzo 15, 2024

RECUPERAR EL EX CASINO «AÑOS LOCOS» ES TAREA DE TODOS

EL EX CASINO DE TURISMO DE PENCO, de triste aspecto por abandono.
                        POR ABEL SOTO MEDINA
                Este 14 de marzo del 2024 ha aparecido una noticia publicada por la Municipalidad de Penco en su cuenta de Facebook sobre la aprobación por parte del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo de mil millones de pesos para mejoramiento de barrios en la comuna de Penco. La noticia de prensa habla de dos mil millones para Penco y Yumbel, esto es mitad y mitad.

                Hace un tiempo también me enteré que la Municipalidad de Penco, había gestionado, la concesión marítima en el sector donde se emplaza un edificio, llamado curiosamente «Años Locos», por ser uno de los tantos nombres que la comunidad recuerda, y que originalmente ampararía unos comedores populares y que serviría también para actividades propias de la comunidad. Coincidió con los años de construcción de los blocks de departamentos, ubicados en las calles Robles, Cochrane, y Yerbas Buenas. Estamos hablando de los años 70. Desconozco si una vez terminada la construcción cumplió con su objetivo original, pero poco después de septiembre de 1973, las instalaciones se destinaron a un casino comercial, al estilo de los antiguos, como aquellos de las fiestas naúticas. Puedo mencionar el Bahamondes, Cuartito Azúl, La Bahía, Huambaly y otros. Se ubicaban en la playa entre las calles Penco y Robles, sin dejar de lado del único restorán existente Casino Oriente, que el tiempo se ha ido quedando incrustado en la comuna, su sólo nombre es signo de la Ciudad, todos saben en que comuna queda, quizás anónimamente reemplazando el slogan antiguo, «Penco, la ciudad de Fanaloza»

TANTO EL EX CASINO como el conjunto habitacional Lord Cochrane datan del mismo período histórico, inicios de los años 70. Obsérvese la diferencia. 
                
                Volviendo sobre el asunto, sería interesante, por ejemplo, que la junta de vecinos del sector donde se encuentra ubicado el ex
«Años Locos», postulen a esos recursos disponibles, para recuperar de una vez por todas las instalaciones, que por tanto tiempo, han estado abandonadas, sin olvidar sus años gloriosos bajo los nombres sucesivos de «Casino Turismo», «Costabella», «Años Locos», «Zíngaro» y otros. Si de recordar se trata en su escenario desfilaron grandes artista y personajes de la cultura, la actividad deportiva y la política. También ahí tuvieron lugar actividades sociales del Rotary Club, de Asociaciones de Profesores, etc. Entre los artistas, por nombrar algunos, «Che Copete con Los Años Dorados de la tía Carlina», Bruce con Paredes y Angulo, el duo Los Caporales, Mandolino, Jappening con Ja, El Temucano, Manolo Galván, Patricio Renán, también uno se podría encontrar con personalidades de la TV de entonces como César Antonio Santis, Andrea Tessa, bueno y rostros conocidos de todos los ámbitos.

                En estas simples líneas dejo tirado el guante como se decía en los tiempos románticos, para que los recoja la Junta de Vecinos del Sector y postule ya a la Municipalidad para apoyar a revivir esa enorme estructura. Si los recursos fueran insuficientes en una primera instancia, el llamado es que se gestione lo necesario a quien corresponda, dado que no hace muchos días a la Municipalidad de Talcahuano se le autorizaron 2.700 millones de pesos para habilitar una playa en el sector caleta el Morro. Por qué los pencones no podríamos tener de vuelta ese inmueble hoy abandonado, que aparte de ser un lugar turístico, puede pasar a prestar mucha utilidad a la sociedad de Penco. Nadie quisiera ver después un poste con alguna leyenda «aquí existió un gran casino de turismo».

viernes, marzo 01, 2024

ENCUENTRO CON TRES GRANDES DEL COQUIMBO CRAV

PÉREZ Y NOVA

                NOTA PREMILINAR. Los mejores relatos del pasado son los que uno oye directamente de sus protagonistas. Y cuando se da la ocasión hay que aprovecharla. Para eso también resulta importante elegir el ambiente para que la conversación sea reservada. No sirven los locales conspicuos donde se reúnen los que quieren hacerse ver y hablan en voz alta. Por eso El Rinconcito, restaurant situado en Cerro Verde, por su bajo perfil, resultaba adecuado para el propósito: conversar y conversar a placer. Abel Soto Medina, colaborador destacado de nuestro blog, nos cuenta en esta crónica un encuentro de esta clase que él sostuvo con tres cracks del viejo Coquimbo Crav, encuentro que él organizó para preguntar, oír, anotar y escribir después. Quienes lean el texto que está a continuación advertirán la estupenda retribución que obtuvo de sus invitados. Soto descubrió muchos detalles desconocidos de esos años pretéritos del fútbol regional y que ahora comparte con nosotros.


José «Chico» Pérez, Eduardo Villegas y Santiago «Chaguito» Nova.

TEXTO Y FOTOS: ABEL SOTO MEDINA

                Una de las amistades que he ido cultivando más allá de los encuentros que realicé con jugadores del fútbol Regional, y Coquimbo Crav, es con Santiago «Chaguito» Nova y Eduardo Villegas. Digo esto porque basado en esa amistad, llamé hace unos días al «Chaguito» para saber de su salud y de paso comentar recuerdos de su época de jugador de Coquimbo Crav, fue entonces que me enteré, que venía a Penco, su compadre y amigo, José «Chico» Pérez, desde Santiago donde está radicado, hace ya bastantes años. Posteriormente a esa buena noticia, me comuniqué con Eduardo, y le comenté la noticia de la visita de Pérez a Penco, él como amigo y compañero de equipo en Coquimbo Crav, manifestó obviamente, su deseo de poder juntarse con él y cruzar algunas andanzas del pasado.

                Fue así, que el sábado al mediodía cuando José «Chico» Pérez estaba por acá, y evocando recuerdos de adolescencia y juventud, fijamos punto de reunión, la plaza de Penco (Los Conquistadores). De ahí nos trasladamos a un local de Cerro Verde, dónde celebraríamos dicho encuentro con harta conversación. Fue allí que se nos unió «Chaguito» Nova. Estando ya juntos «los tres mosqueteros» del Coquimbo Crav, dimos espacio a una exquisita conversación llenas de recuerdos, de anécdotas, de canchas y lugares, de jugadores y momentos… Por mi parte, y ajeno a esos detalles de sus vivencias, quería captarlo todo, no por tener un registro, sino, porque cada uno de esos detalles, iba engrosando mis conocimientos de historia, sobre el Coquimbo Crav y por ende del Fútbol Regional.
Considero necesario, incluir una pequeña descripción, de cada uno de estos tres jugadores cada uno gravitante dentro del único equipo Campeón del Regional. (1963-1966-1968-1970).
Eduardo Villegas, hijo de futbolista precisamente del Coquimbo en los inicios del mismo Campeonato Regional, así como también, de dirigente del mismo Coquimbo en los tiempos de campeonatos, no es difícil encontrar a don Heriberto Villegas en las fotografías de cuando el año 1962, fue campeón del ascenso del Regional, para subir a la división de honor el año 1963, fecha en que se le puso apellido al equipo, llamándolo Coquimbo Crav… Para esos entonces Eduardo, era todavía un adolescente, sin embargo, a su corta edad, ya demostraba condiciones futbolísticas, hasta que le llegó su oportunidad para exhibir sus dotes, siendo titular importante en la obtención del título los años 1968 y 1970. Integró delantera con Juan Marín, Jorge Albornoz, «Perla» Reyes, Mario Pérez, con el apoyo incesante del medio campo de Pardo y José «Chico» Pérez. Uno que con velocidad y habilidad, hacia fácil la llegada al área rival, no titubeando a la hora de definir...¡un grande!

EL COQUIMBO CRAV CAMPEÓN

                Santiago «Chago» Nova, jugador proveniente de Lirquén, y formando parte de una familia con arraigo carbonífero y vidriero, allí desde pequeño observó a grandes jugadores de los clubes Minerales y Vipla, cómo Saéz, Grossman, «Chamiza» Espinoza, Fuentes, Urrutia, «Peyo Chúcaro» Avendaño, Nourdín, Barraza, Bello, Baeza, Pedro Flores, etc… Pero su espacio estuvo en Penco, justo en el Coquimbo, dónde con su número 8 hacía filigranas con la pelota en sus pies, buen toque, encarador, y su mejor arma, un dribling, que cualquiera se lo envidiaba. Con sus pases gol, llevó a campeonar en la serie B, junto a Memo Durán, Juané Parra, Adrián Pérez, los arqueros Aedo y Cuevas, Chito y «Chueco» Pardo, Danilo Inostroza, Carlos Aravena, «Minero» Vera, Pedro Vergara y otros. Esto ocurría en 1962, pero el año 1963, ya en la serie de honor «Chaguito» Nova siguió conservando su titularidad, aunque habían llegado refuerzos al ahora Coquimbo Crav. En ese equipo, en que no había puntos bajos, todos fueron de excepción, a veces unos sobresalían pero lo hacían superando la barrera de buen desempeño. Ahí estaba Nova compartiendo delantera con Víctor Sepúlveda un ex Huachipato y seleccionado chileno allá en Lima, Perú, y lo hizo además, junto a Mario «Zorrito» Vidal, que compartía la camiseta de la V azul sobre campo blanco, con Luis «Che» Reyes, uno que dejó más de una huella en el fútbol regional, dado que fue campeón 2 años seguidos con Vial, y por la izquierda Danilo Inostroza, un veloz puntero encargado de abrir defensas y centrar a los Vidal y Reyes que estaban siempre presentes en el área. Con todos ellos se codeaba nuestro «Chaguito» Nova, un jugador de excepción y campeón con Coquimbo Crav.
                José «Chico» Pérez, ¡qué puedo decir de este gran jugador!, si comentara que así como Andrés Iniesta fue la columna vertebral del Barcelona de España, él lo fue del Coquimbo Crav. Los jóvenes actuales o los que no son tan jóvenes, y que no lo vieron jugar, dirán con justa razón, que estoy exagerando… Pero para quienes tuvimos la suerte de estar en la tribuna, y ver a un joven, recién superando la adolescencia, plantarse con todos los jugadores ya nombrados fue un regalo a los sentidos. Más aún, cuando el entrenador Juan Muñiz Vila recién estaba armando el equipo y en los primeros partidos oficiales contra Naval en el Estadio EL Morro, le dio la responsabilidad de ejecutar los penales. Lo vi pararse frente al arquero con una pachorra, esa personalidad que tienen los grandes, y que transmite confianza. Su secreto radicaba en la simple razón de saber pegarle bien a la pelota, condición innata, que no se aprende en los libros. Tomó una corta distancia, chute y gol…a lo Néstor Isella (quien no corría al ejecutar un penal, sólo caminaba). Así era nuestro «Chico» Pérez… 
                Conversando manifestó que se había iniciado en Gente de Mar de Penco, recordando a los jugadores que pasaron después a Fanaloza, como, Armando Montoya, Pedro «Peto» Vega, «Peje» Romero, Miguel «Minero» Vera, con este último recordaba cuando reforzaban a Naval para algunos compromisos amistosos especiales. Un buen día el viejo (Juan Muñiz, entrenador C. Crav), le propuso que se uniera a este nuevo equipo ante el desafío de la liga de Honor del Campeonato Regional. Por tal motivo debió cambiar el régimen de sus estudios de electricidad a un curso vespertino porque el día era para entrenar. Como buen uruguayo el entrenador ya ponía en práctica realizar ejercicios y pichangas en la arena, su sector favorito era playa negra, (desembocadura río Andalién), junto a los frondosos pinos y los no menos famosos arbustos denominados «los Chochos». Eso no le gustaba mucho a los jugadores, especialmente a los que tenían más edad, porque para ir y venir, había que correr unos 3 kilometros caminando por la arena. José «Chico» Pérez fue un gran aporte al equipo, e imprescindible en la obtención de los 4 títulos del Coquimbo Crav (1963-1966-1968-1970). Sin duda un grande entre los grandes, con más de una página en la historia de los Regionales. Sin embargo, ante una pregunta, a quiénes admiró cómo jugador en sus tiempos, recordó a su amigo «Rucha» José Rodolfo Sanhueza Muñoz (Gente de Mar), Pedro Flores, Pedro Caniulao (ambos de Fanaloza y Vipla), «Peyo Chúcaro» Avendaño, al «Che» Reyes. En esta enumeración destacó: «Recuerden que también que Reyes salió campeón 2 años seguidos con el Vial. Bueno, y el mejor amigo que me regaló el fútbol se encuentra aquí, "Chaguito" Nova…»
EDUARDO VILLEGAS, el cuarto de izquierda a derecha de los agachados.

                Han transcurrido varias horas de esta conversación, y en favor del tiempo, debimos retirarnos del local. Nos fuimos los cuatro. A 
«Chico Pérez» lo dejamos en la casa del señor Santibáñez, compadre suyo y futbolista también. Por cierto, no sin antes tomarles una fotografía para la posteridad del momento compartido con 3 de los grandes del Coquimbo Crav.

martes, febrero 27, 2024

AÑOS DE BÁSQUETBOL EN UNA REUNIÓN

EL EQUIPO DEL «FEDERICO CARVALLO». Arriba: Manuel Romero, Washington Opazo, Manuel Alarcón, (Orlando Ulloa, el dueño de casa) y Sergio Bustos. Sentados: Aliro Gallardo, René Martínez, Luis Ascencio y Desiderio Araya. 

                Hay personas que aman sus recuerdos en especial aquellos que anidan en el corazón. Para hacer memoria no se quedan de brazos cruzados. Diríamos que son nostálgicos activos: buscan, averiguan, golpean puertas, se ponen en contacto con viejos amigos y organizan reuniones informales. Los amigos —quienes por ser contemporáneos y haber compartido una vida parecen primos hermanos— son cómplices de episodios del pasado. La historia pertinente está repartida en ellos y un encuentro entre varios es la oportunidad de compartila. Sólo de esa manera quienes aman sus recuerdos, reconstruyen con el aporte memorioso de otros el pasado que les interesa. ¿Satisfechos? Sí o tal vez no, porque el deseo de recordar vuelve a la carga. Un consuelo: juntarse de nuevo, porque el tiempo no dio para atender tantas preguntas.

                Aliro Gallardo es una de estas personas querendonas de su pasado. Está orgulloso de sus amigos con los que en más de una ocasión en tiempos de juventud compartió momentos gratificantes. A comienzos de febrero de 2024 se puso en campaña para convocar a un encuentro a sus ex compañeros de equipo del club de básquetbol Federico Carvallo, de la ex refinería de azúcar. Logró reunir a nueve jugadores de esos años, número más que suficiente para disputar un match. Pero, no; la reunión se efectuó en el quincho de don Orlando Ulloa conocido vecino de Penco, ex locero, ubicado en la calle San Vicente 68.

                Entre los que llegaron podemos enumerar a los siguientes: Manuel Romero (hijo del gran basquetbolista de los años 50 Carlos Alberto Romero), Washington «Huasito» Opazo (hermano de Franklin «Frankie» Opazo, también ex futbolista y basquetbolista), Manuel Alarcón, Sergio Bustos, René Martínez, Luis Ascencio, Desiderio Araya, Benjamín «Mincho» Sanhueza y, por cierto el organizador Aliro Gallardo y el dueño de casa Orlando Ulloa.

                Durante el distendido encuentro gastronómico recordaron los partidos de esos años  que se ganaron y también los que se perdieron. Esos encuentros se disputaban en la excelente cancha del Deportivo refinero, inmueble que debió ser demolido después del terremoto del 27f. Se habló de todo, faltó tiempo. Todo lo pendiente se abordará en el próximo encuentro...

OTRO ÁNGULO DE LA REUNIÓN DE LOS EX BASQUETBOLISTAS. La persona que está por el lado derecho al fondo con chaqueta gris es Benjamín «Mincho» Sanhueza, a los otros ya los hemos nombrado.

sábado, febrero 24, 2024

1975, LAS AVENTURAS DE HUACHIPATO EN BOLIVIA

HUACHIPATO CAMPEÓN 1974. Luis Mendy, Hugo Rivero, Francisco Pinochet, Eddio Inostroza, Flavio Silva, Guillermo Azócar. Abajo, Carlos Cáceres, Daniel Díaz, Carlos Sintas, Mario «Gato» Salinas y Luis Godoy.
 

                Que Huachipato haya logrado convertirse en campeón del fútbol chileno en 1974, con su DT Pedro Morales, y la proyección internacional inmediata que eso significaba al quedar listo para disputar la Copa Libertadores de América creó una serio problema para los dos diarios de Concepción de la época: cómo financiar los viajes al exterior de sus reporteros para acompañar y cubrir las noticias del campeón. Las gerencias de El Sur y El Diario Color no sin preocupación comenzaron a sacar cuentas. ¿Cómo se las arreglarían si los acereros avanzaban en las eliminatorias?, ¿podrían afrontar todo ese desembolso? Comprendiendo esta situación, el club Huachipato, interesado en la difusión de sus partidos fuera de Chile, ofreció a los dos diarios al menos un cupo para que un periodista se integrara a la delegación costeado por el club. Se disculpó de no poder llevar a dos reporteros por razón de estrechez de presupuesto. Así y a mayor transparencia propuso rifar el único cupo entre ambos diarios.

                Cuando llegó el día del sorteo El Sur se hizo representar por su jefe de deportes, Carlos Adolfo Vergara, con su inefable corbata humita; y el Diario Color, por su reportero de deportes (yo). Condujo la rifa Alfredo Asfura, el nuevo gerente de Huachipato en La Copa un cargo impensado y temporal creado por el club para enfrentar el desafío–. Asfura era un experto en el tejemaneje del fútbol copero y su experiencia resultaba imprescindible para Huachipato en esa circunstancia. El cargo duraría hasta adonde llegara el club en el torneo. El sorteo. Expectación. Cuando el gerente temporal abrió el papelito, leyó «Diario Color» (o sea, yo). ¡Bingo! El Sur no podía cruzar los brazos, no se iba a quedar abajo. Se las arregló para conseguir incorporar también a uno de sus reporteros a la delegación. El designado fue José Cheché Martínez. Así que en la delegación iríamos dos periodistas. El paso inmediato, sacar pasaporte para viajar a Bolivia, marzo de 1975.

                El entonces presidente del club acerero Waldo Muñoz y el dirigente Francisco de Sales San Miguel, entre otros, pusieron en marcha el plan Bolivia que consistía en viajar a La Paz y a Cochabamba para enfrentar sucesivamente a The Strongest y Wilstermann, campeón y subcampeón bolivianos. El otro equipo chileno del grupo fue Unión Española.

                En los primeros días de marzo, la delegación de Huachipato equipo, dirigencia y periodistas procedente de Concepción llegó a Santiago y se hospedó en el campo deportivo «Juan Pinto Durán». Pedro Morales y sus dirigidos trabajaron en las canchas del recinto en la víspera del vuelo a La Paz.

                Muy temprano al día siguiente, los viajeros fuimos recogidos por un bus especial en Macul para dirigirnos al aeropuerto de Pudahuel. El equipaje de un plantel de fútbol profesional siempre es numeroso y pesado: bolsas con camisetas, zapatos, toallas, etc. El bus colmó su capacidad con todo eso, más maletas y bolsos. El avión despegaba a las 10 de la mañana. Ya en marcha el bus de la delegación avanzaba por las calles y avenidas de Santiago en dirección poniente. Pero, surgió una emergencia. En la Alameda, pasado la avenida General Velázquez, el bus debió detenerse en una bomba bencinera. ¿Qué pasó? El arquero suplente Simón Kuzmanic presentó un problema agudo de indigestión. Bajó de un salto y corrió a las dependencias de la estación de servicio. Regresó al rato pálido evidenciando todavía dolor de estómago. El bus retomó su camino y el equipo de Huachipato llegó a la sala de embarque del aeropuerto internacional justo a tiempo. En unos minutos abordamos el avión de Iberia con itinerario Madrid y escala en La Paz. Ya ubicados en nuestros asientos el piloto nos deseó que disfrutáramos el viaje en el moderno avión DC-8 que Iberia había bautizado con el nombre de El Españoleto (entonces les ponían nombres a los aviones). Vuelo diurno. Al cabo de un par de horas la voz del piloto nos advirtió que aterrizaríamos en El Alto. Ajustarse los cinturones. Cuando el Iberia estaba a punto de tocar el umbral de la pista, rehusó el intento y se encumbró de nuevo. Pedro Morales que estaba cerca mío me dijo «esto es muy peligroso, no es habitual». Y el avión retomó altura, giró hacia la derecha y pudimos ver desde arriba la ciudad de La Paz, bella, extendida como sobre una superficie con forma de cráter. El avión realizó un segundo intento, aterrizamos sin problemas y el incidente no pasó de ser una anécdota.

                En el hall del aeropuerto nos esperaba una numerosa representación del fútbol boliviano, dirigentes del The Strongest, periodistas, fotógrafos, hinchas y curiosos. Luego de los saludos, un bus nos condujo por las polvorientas calles de El Alto, localidad a 4.000 metros de altitud situada sobre una inmensa explanada que terminaba allí donde el camino comenzaba a bajar en dirección a La Paz, cuya altitud es de 3.600 metros. Nos habían advertido no hacer movimientos bruscos hasta aclimatarnos a la puna. Los jugadores iban pensativos observando el panorama urbano desde las ventanillas. Descanso en el hotel. Los anfitriones invitaron a la dirigencia, el plantel y los periodistas a una cena al final de la tarde. Los platos opíparos, cargados al choclo y al camote, carne bien cocida. Salvo los jugadores, había chipe libre para brindar. Harta conversación y buena onda.

                A mi lado se sentó un periodista boliviano que me empezó a hacer preguntas. «¿Por qué este club se llama Huachipato?». Respuesta, porque adoptó el nombre del lugar donde está la usina, donde seguramente ahí en el pasado cazaban aves y patos con güachi. «Ah, ¿y qué es un güachi?». Es un tipo de trampa, una soga y una argolla corrediza. «Ah, ¿y por qué ustedes dicen el equipo penquista?». Bueno, aquí la respuesta es más larga, porque Huachipato está en la provincia de Concepción, y la ciudad de Concepción, nació en Penco, de ahí el gentilicio penquista. Por un terremoto Concepción se mudó de Penco a su ubicación actual y se llevó y conservó el gentilicio penquista. «Ah». Me di cuenta con ese ah que el boliviano no entendió nada. No me hizo más preguntas.

                El partido sería al día siguiente en el antiguo estadio del equipo local. Mi primer despacho a mi diario lo hice desde un teléfono del hotel. Cheché Martínez en tanto hizo lo propio desde su habitación. No oí qué contó ni él oyó lo que conté yo.

                Cerca del mediodía del día siguiente fuimos a conocer el campo de juego, el estadio Hernando Siles. La ruta desde el hotel al estadio nos permitió conocer la ciudad en parte. Al llegar al recinto había prensa y muchos comerciantes informales con grandes canastos que insistentemente ofrecían empanadas. Pedro Morales y sus jugadores recorrieron la cancha en buzo y zapatillas, caminaron sobre el césped, e hicieron algunos movimientos suaves con pelotas, visitaron los camarines. El técnico se dio cuenta de un detalle. Dentro del vestuario y en los pasillos había gran cantidad de botellas de oxígeno, como si se trata de extintores. Las había por todos los rincones. «Esto es una campaña, una estrategia, quieren asustarnos con el cuco de la altura, que nos va a faltar el aire. Pero, nosotros estamos bien físicamente, sólo tenemos que desempeñarnos en forma inteligente», comentó a media voz Morales. El arquero José Luis Mendy me dijo que la pelota picaba con más fuerza en los botes, un factor importante a tener en cuenta por un guardavallas. Francisco Pinochet, lateral derecho, me comentó que controlar la pelota era distinto, «se siente mucho más resbaladiza que en Las Higueras», a nivel del mar. «Habría que estar un día más aquí para acostumbrarse», comentó alguien de la delegación que no identifiqué al tomar nota de la incidencia de estos detalles ínfimos e importantes de la altura en un campo de juego. Pero, no sería así, el partido se jugaría esa misma noche.

                La radio Minería de Santiago envió un equipo para cubrir y transmitir estos partidos. Viajaron tres personas de esa emisora: el periodista y locutor Raúl Prado, creador del programa Deporte Total, además de un comentarista y un técnico, este último de nombre Baldemar, cuyo apellido no recuerdo. Mientras el técnico hacía las conexiones en la caseta de trasmisiones, Raúl Prado, le gastaba bromas: «Aquí en Bolivia no podís llamarte Baldemar», (risas discretas en ese entorno). Cayó Huachipato 0-1 en su primer partido internacional por Copa Libertadores. Habían pesado bastante los detalles mencionados.

                Por el asunto de la combinación de vuelos y disponibilidad de hotel, la delegación chilena permaneció un día más en La Paz. La ocasión nos sirvió para visitar lugares de interés cultural: la casa de gobierno (Palacio Quemado), la plaza Murillo, la iglesia San Francisco en la mañana y, por la tarde, un viaje a las ruinas arqueológicas de Tiahuanako en el altiplano, cerca del lago Titicaca. Los jugadores no hicieron este circuito, descansaron todo el día siguiendo el plan del técnico Pedro Morales.

                El segundo partido se disputaría en Cochabamba tres días después. El viaje a esa ciudad se hizo en LAB, Lloyd Aéreo Boliviano. Luego de despegar de El Alto, El Boeing 727 pasó cerquita del ícono paceño, el majestuoso monte Illimai y a los pocos minutos descendió por debajo de las cumbres y se metió en un cajón cordillerano. Por las ventanillas de ambas bandas del avión se veían al alcance de las alas los farellones y acantilados. Confieso cierta preocupación, aunque el grupo iba alegre. Aterrizaje impecable en el aeropuerto Jorge Wilstermann.

                Lo novedoso y simpático fue que en el aeropuerto entre la multitud de gente que nos esperaba estaba el ex jugador de Colo Colo Juan Carlos Gangas, que jugaba por el Bolívar y el año 74, en el Wilsterman. El hombre tenía hartos secretos del rival de los acereros para contarle a Pedro Morales. En un bus dedicado nos llevaron al hotel cochabambino. Periodistas en el lobby hacían preguntas: «¿Qué quiere decir Huachipato?»

                Cena en el hotel por invitación de los anfitriones. La comida resultó deliciosa y el clima social muy agradable. Además que no estábamos en las alturas peceñas. Cochabamba es una ciudad moderna y acogedora. Al día siguiente, la rutina: visita al estadio Félix Capriles. Bajo las luces del recinto el plantel huachipatino realizó algunos movimientos físicos y practicó un juego relajado con pelotas. Con Cheché Martínez nos quedamos al lado del banderín del córner. Cerca nuestro miraba y conversaba con nosotros el utilero Hernán Chamullo Ampuero. De pronto en el pasto de la cancha vi un cuerpo extraño, un animal que se movía acompasadamente y más allá otro igual haciendo lo mismo. ¡Ranas! Chamullo se dio cuenta, nos dijo: No hay que decir nada. Que no lo sepan los jugadores, porque eso los puede preocupar o distraer. Él se metió al área grande y con un palo comenzó a barrer a las ranas futbolistas. De seguro que muchas más habría por allí.

                El partido con el local Wilstermann terminó igualado sin goles. Un diario de Cochabamba tituló «Hubo un Huachiempate».

                Al día siguiente de regreso a Chile para esperar los partidos de vuelta...